En la recopilación MUJERES el mangaka Yoshihiro Tatsumi reúne seis historias protagonizadas por mujeres. En cinco de ellas, sus protagonistas están relacionadas con la prostitución.
Son historias de ese mundo frío e impersonal del sexo a cambio de dinero. De grandes hombres de negocios y sus grandes empresas; de promesas de amor y abandonos; de venganza y reproches; o, simplemente, historias de supervivencia.
Ninguna de estas mujeres se ven lanzadas a su destino, lo eligen. Se endurecen, y a veces se vuelven superficiales, otras veces insensibles y manipuladoras.
Son historias breves, pero tan profundas que nos adentran a toda una vida. El pasado, mediante flashbacks, aparece como una constante. Y es que nadie ES simplemente; todos, anteriormente, hemos sido. Y las decisiones que tomamos o que dejamos escapar, nos han marcado; y han ayudado a convertirnos en lo que somos.
El dibujo está alejado del manga más convencional (cómicas distorsiones de rostros, historias cuya máxima finalidad es el entretenimiento,…) y aunque los ambientes y los escenarios sí son japoneses, en algunas viñetas el estilo bien podría ser europeo. Sin dejar de ser japonés, es un manga adulto (no por el sexo, que lo hay, aunque sin llegar a ser jamás una novela pornográfica, sino por la seriedad y la crudeza, a veces escabrosa, de la degradación de sus personajes).
MUJERES, de Yoshihiro Tatsumi, es una novela de los Estudios Gekiga (Geki = drama. Ga = ilustrado), editada entre nosotros por La Cúpula.
Contiene:
- La mujer fuerte
- La mujer que flirteaba demasiado
- La mujer que cuidaba de un hombre
- La mujer lasciva
- La mujer que murmuraba
- La mujer que pescaba
La mujer fuerte
Haruko, una joven de origen humilde, está enamorada de un joven empresario. Él la presenta a sus padres, y éstos la rechazan temiendo que sólo vaya detrás del dinero. Haruko huye y confía, enamorada, que él venga a buscarla. Atrapado por el deber filial, el chico asume el control de la empresa familiar, y aunque no la olvida, no va en su búsqueda.
Harta de esperar, Haruko decide olvidarlo mediante un voluntario descenso a una espiral de alcohol y prostitución.
Años más tarde, el chico contrata un detective para que la encuentre. Va a verla, y ahora es ella quien lo rechaza; incluso cuando él rompe con su familia. Rechazado, el chico se marchará para volver tiempo después, convertido en un harapiento vagabundo.
El final de la historia mezcla lo macabro con lo hermoso, dejando un regusto amargo, y hasta puede que malsano.
La mujer que flirteaba demasiado
Mika es prostituta. Tiene muchos amantes, uno para cada gasto (el piso, los kimonos, la ropa de calle, la comida,…), y con todo el dinero que reúne, mantiene a un hombre.
Son tiempos de crisis, y una compañera le da una idea: cobrar sus servicios en especias.
El directivo de una inmobiliaria, le regalará un piso; el dueño de una tienda de ropa, los trajes que ella elija;… y todos parecen contentos.
¿Es el amante que Mika mantiene un gasto del que ella puede prescindir?
El giro final aporta un apunte de engaño a una historia de una protagonista en apariencia superficial y simple.
La mujer que cuidaba de un hombre
Kyouko cuida tiernamente de un hombre inválido. Desde que sufrió un accidente, el hombre no se atreve a salir de casa: tiene pesadillas con el tráfico (de vehículos y de gente), y aunque da gracias a Kyouko por sus cuidados, cuando ella marcha, él la vigila mediante unos prismáticos. La ve entrar en un edificio, y cree que tiene un amante. Un día, mientras ejecuta su particular versión de LA VENTANA INDISCRETA, ve como el hombre se abalanza sobre Kyouko con intención de violarla. En ese momento vence sus miedos y sale a la calle dispuesto a salvarla.
El giro final nos deja boquiabiertos (y algo asustados).
La mujer lasciva
Kuriko es una exprostituta. Actualmente es fiel a su único amante, con quien tiene una relación de pareja “normal”. A él, pero, le disgusta que ella se presente en su trabajo; en casa, lejos de las miradas de la gente, trata a Kuriko como una prostituta.
Por el piso corre la licencia de matrimonio, aún sin firmar. Como metáfora que no parece que vaya a firmarlos, él se pone preservativo cuando tienen sexo.
El suicido de una antigua compañera, abandonada por su chulo, hace reflexionar a Kuriko sobre su relación.
A todo eso se suma una extraña fascinación del hombre por los cementerios de elefantes.
La mujer que murmuraba
Keiko busca venganza. Tras ser abandonada por su amor en un intento de suicido común, Keiko logra enormes cantidades de dinero prostituyéndose sin contemplaciones. Desea empezar una nueva vida. Primero, una operación de cirugía facial que la hace irreconocible a sus antiguos conocidos. Segundo, acabar con aquel hombre que la abandonó.
Se presenta ante él, y guapa como es, no tarda en hacerlo caer en sus redes. Lo manda al lugar donde se prometieron morir juntos, para que haga memoria justo antes de acabar con él.
El final contiene, quizás, el único guiño de humor de toda la novela.
La mujer que pescaba
Hanai es la madame del club Castle. A lo largo de su vida ha “machacado” (como dice la novela) a muchos clientes. Entre ellos, al Sr. Takashita, un rico empresario, que pagaba un completo pese a desear sólo sexo oral. Takashita le enseñó a Hanai la pesca deportiva (en la que el pez, una vez pescado, es liberado).
Un día, pescando, Hanai conoce a un hombre. Tiempo después coincide con él en su club. Cuando descubre que es uno de los hombres más ricos del país, decide “echarle la caña”. Desgraciadamente, el hombre fallece antes de su primera cita. Hanai tras una lucha en el río con un salmón de más de 80 centímetros (un pez de leyenda que muchos pescadores han visto y ninguno ha logrado pescar) decide abandonar para siempre la pesca, ya que su “pez de leyenda” (un posible amante rico) se le ha escapado.
Lo último que nos han dicho…